La llaman el "arca de Noé" de las plantas, la "bóveda del juicio final" o "el búnker del apocalipsis", y está localizada a unos 1.000 kilómetros del Polo Norte. Pero, más allá de sus apelativos bíblicos o catastrofistas, es una de las mayores iniciativas de conservación medioambiental y alimentaria en curso.
En un búnker abovedado excavado en una montaña de las islas noruegas de Svalbard, en el océano glacial Ártico, se están almacenando duplicados de las semillas de todos los alimentos del mundo, para asegurar su conservación en caso de ocurriera una catástrofe masiva de origen natural o causada por la actividad humana.
Esta gigantesca despensa subterránea, situada a medio camino entre la Noruega continental y el Polo Norte, busca la protección permanente de los alimentos del mundo y su intención es evitar una posible pérdida de diversidad de la cosechas, de acuerdo a sus impulsores.
El proyecto 'Svalbard Global Seed Vault' o SGSV (Bóveda Mundial de Semillas de Svalbard) la financia el Gobierno de Noruega (www.regjeringen.no) y gestiona el Fondo Mundial para la Diversidad de Cultivos o GCDT
(www.croptrust.org), una organización internacional con sede en Bonn, Alemania, que trabaja para salvaguardar la diversidad de cultivos.
En la SGSV también colabora el Centro Nórdico de Recursos Genéticos
(www.nordgen.org), que aporta muestras del consorcio de investigación agrícola CGIAR, que incluyen las colecciones más grandes y variadas de semillas de cereales y legumbres.
Localizada en un remoto archipiélago, está construida para resistir el paso del tiempo y desastres, como terremotos, radiaciones y actividad volcánica, así como una epidemia de plantas, una guerra nuclear o el cambio climático, y también está a salvo de los osos polares nativos que merodean por el exterior, según sus constructores.
La instalación, que tiene muros de concreto reforzado de un metro de ancho, y puertas herméticas y blindadas de acero, está protegida por detectores de movimiento y, según la GCDT, puede preservar durante siglos las semillas que representan cada variedad de cultivo importante disponible hoy en el planeta.
PRESERVANDO LA BIODIVERSIDAD VEGETAL
Esta bóveda es una importante contribución para reducir el hambre y la pobreza en los países en desarrollo, donde se origina la mayor diversidad vegetal, y a la vez se necesita con más urgencia una seguridad alimentaria y el desarrollo de la agricultura, según el Ministerio de Agricultura y Alimentación, MAF, noruego (www.regjeringen.no/en/dep/lmd/id627/).
La bóveda, situada a un kilómetro en línea recta del aeropuerto de Longyearbyen, consiste en una caverna subterránea cavada en el permafrost, donde las temperaturas son siempre inferiores a los 3 a 4 grados centígrados, y está diseñada para una vida útil prácticamente infinita, según la misma fuente.
La instalación, está situada a 130 metros bajo el nivel del mar y excavada 120 metros dentro de una montaña, consta de tres cámaras subterráneas separadas, cada una de las cuales puede almacenar 1,5 millones de muestras de semillas y se mantiene a una temperatura de -18 grados centígrados, según el MAF.
Esta bóveda es la última red de seguridad para la diversidad de plantas de alimentos del mundo, amenazada por el cambio climático, que afecta a la capacidad de las plantas para crecer y sobrevivir, de acuerdo a las autoridades noruegas.
El principio del funcionamiento del SGSV se asemeja a una caja de seguridad bancaria: el banco o depositario posee el edificio y el depositante posee el contenido de su caja, aunque la bóveda de semillas ofrece su almacenamiento, de forma gratuita.
Noruega es la propietaria de las instalaciones, mientras que los bancos nacionales de germoplasma, unas instituciones que coleccionan material vegetal vivo, son los dueños de las semillas que envían a Svalbard, sin que el depósito de las muestras vegetales suponga una transferencia de propiedad.
Los noruegos son los depositarios y responsables de los paquetes de semillas y de las cajas enviadas para su almacenamiento en Svalbard, que no se abrirán ni se enviarán a otras institución que no sea el depositante original, en el caso de que este lo solicite, y que será el único que puede tener acceso a las muestras vegetales. Entre los países que han enviado muestras a Svalbard figuran Bulgaria, Australia, Colombia, Nigeria, Siria, Kenia, Filipinas e India.
Uno de los envíos más recientes se produjo en 2014 y contiene 20.000 muestras provenientes de Japón, Brasil, Perú, México y EE.UU, e incluye cientos de variedades de semillas de cebada, frijoles, patatas y batatas silvestre, maíz, trigo y ‘okra’ rojo.
A PRUEBA DE CATÁSTROFES
Según el GCDT, que colabora en la preparación, envasado y transporte de muestras, la supervivencia de algunas variedades de cultivos únicas en el mundo está amenazada, y su situación es desesperada, a causa del avance del cambio climático.
"Esta instalación forma parte de una estrategia mundial para proteger el suministro alimentario del planeta, ya que alberga semillas críticas de todas las partes del mundo, desde el trópico a las latitudes más altas", según Cary Fowler, autor principal del estudio de viabilidad del SGSV, primer director ejecutivo del GCDT entre 2007 y 2012 actual consejero de dicha entidad.
"La bóveda de semillas permitirá restablecer los cultivos que perezcan a consecuencia de fenómenos naturales como el cambio climático, tsunamis o huracanes", según el padre del proyecto.
"La idea es que las semillas preservadas solo se pongan en circulación si todas las otras fuentes de semillas hayan sido destruidas o agotadas", según este experto en biodiversidad.
Según Fowler, las muestras, que se conservarán en cajas negras y congeladas, pueden permanecer en el interior de la bóveda en un perfecto estado durante al menos centenares de años.
Añade que la supervivencia de estas muestras está asegurada aunque falle la electricidad, ya que el permafrost ártico, es decir, las capas que en esa zona de la tierra están permanentemente heladas, actúan como un refrigerante natural.
Asimismo, la remota ubicación de la bóveda, su cercado perimetral y su permanente vigilancia hacen de ese lugar uno de los más seguros del mundo, según Fowler.
"En el mundo hay cientos de bancos que almacenan muestras de los cultivos de distintos países, pero muchos podrían quedar arruinados -y en consecuencia la diversidad de cosechas podría verse amenazada- debido a un desastre natural, una guerra, un accidente, un mal manejo o, incluso, por la falta de dinero del país propietario o unos presupuestos mal planificados", según Fowler.
Por eso para este experto es importante guardar para el futuro las muestras existentes, ya que son el fundamento biológico de la agricultura y, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), "ya se han perdido dos tercios de la diversidad genética de los cultivos agrícolas".
"La instalación noruega ofrecerá un medio práctico para almacenar las semillas y obtener a partir de ellas nuevas cosechas tras algún desastre o lograr que las cosechas existentes se adapten a las enfermedades vegetales o al cambio climático", concluye.